sábado, 14 de abril de 2012

Reflexión sobre el artículo de Tony Wagner - Calling All Inovators

Después de haber leído el artículo de Tony Wagner en el que nos trata de trasmitir algunas claves para la escuela del siglo XXI, lo que más me ha marcado ha sido la confesión de Amanda Alonzo que me hizo recordar a la reflexión que había escrito la semana pasada, siendo más exacta en lo referido a que tratásemos de no dar los contenidos a los alumnos sino impulsarlos de alguna manera para que ellos mismos los averiguasen.
Como ya había tratado de desvelar anteriormente, en este artículo se recalca mucho sobre el aprendizaje colaborativo y sobre el trabajo de investigación por parte de los alumnos y nos ofrece algunas claves para impulsar a nuestros alumnos y alumnas hacia el trabajo de investigación y que se conviertan en innovadores, siendo ellos mismos los protagonistas de su proceso de aprendizaje. También se nos revela que solo mediante la innovación vamos a conseguir tener éxito y esto se consigue mediante ensayo y error y no mediante el temor a equivocarse.
En la escuela del siglo XXI, los alumnos ya no aprenden mediante la escucha de lecciones sino mediante la resolución de problemas, tal y como lo había dicho Sir Ken Robbinson en su entrevista: como mejor se aprende es haciendo, tal y como lo habían descubierto los antiguos griegos.
La motivación intrínseca también es un factor muy importante, y es aquí donde aparece la figura del maestro, que es el encargado de motivar al alumno lo suficiente con tal de que este encuentre su pasión y que la siga.
Como estudiante de magisterio soy consciente que la escuela de hoy en día, tal y como esta en el momento actual está muy lejos del las características de debe tener y que carece de la metodología necesaria para adquirir el cambio que tanto necesita y al que tanto aspira. Lo que hace falta es una formación del profesorado a partir de cero, en lo que tiene que ver con la metodología, ya que están muy acostumbrados a las lecciones magistrales y a las evaluaciones de contenidos impuestos por el currículum sin tener en cuenta “la pieza” más importante: los alumnos, como aprenden y cuáles son sus mayores intereses.
Los tiempos han cambiado al igual que las personas y quizás hay cosas muy importantes que pasan desapercibidas en el afán de las evaluaciones.

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